sábado, 7 de agosto de 2010

Quién no recuerda a su primer amor, a aquella persona que nos hizo sentir maripositas en el estómago, que despertó en nosotros el romanticismo, y que nos hizo soñar con una escena ideal digna de cualquier cuento de hadas.



La mayoría lo recordará con ternura, porque se trata de una experiencia que deja huellas en nuestras vidas.

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